Dios visita Hermosillo

Es claro que ni Hermosillo ni los hermosillenses están preparados para la lluvia, las calles se vuelven ríos, la gente se pone orate, se va la luz y sí: hasta los truenos nos dan miedo.
Peor aún, una vez que ya llovió todo se vuelve peor, hace mas calor, todo está encharcado y si tuviste la mala suerte de que se fuera la luz en tu casa, bueno no va a haber clima artificial y te cocinaras en tu propia grasa cual cerdo en el horno. Además la proliferación de insectos hace que haya libélulas copulando por toda la ciudad y hay tantos mosquitos que al rato todos vamos a estar sangrando por la piel.
Los hermosillenses le tenemos aversión al agua, la desperdiciamos, ensuciamos y ahora con eso de que las presas están aumentando sus niveles de agua (osea están un poco más que completamente secas) hasta la tiramos deliberadamente a falta de algo mejor que hacer con ella. Sencillamente el agua no es para nosotros.
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