domingo, febrero 19, 2006

over

Mi primer exceso conciente: beber demasiada agua, de niño solía pensar en mi cuerpo como un continente vacío que tenía como paredes mi piel. Prueba era que al tomar suficiente agua mis entrañas se revolvían con cada salto. En aquel entonces tenía un genuino miedo a desinflarme, de ahí que tenía que tomar agua hasta que orinar era un hábito de cada media hora.

Exceso: orgullo incapacitante. En realidad divido mi vida desde el punto en el que me exorcicé de una parte importante del orgullo venenoso. Dada la naturaleza pelotezca de la vida (porque rebota, claro) no estoy seguro si en realidad hubo algún cambio verdadero.

Exceso: azúcar. Mató a mi abuelo materno y matará a una buena porción del resto de mi ascendencia. Adoro el azúcar, sus derivados y amigos. En realidad no hay mucho que decir aquí, Celia Cruz también esta muerta.

Exceso: nintendo. El que me conozca sabe que soy adicto a los aparatejos y el que me conozca un poco más sabe que soy un gamer mediocre. Invariablemente, es una preocupación constante el temor de no poder jugar el próximo zelda o final fantasy.

Exceso: coca-cola. Una amiga de mi madre le llamaba “leche negra”, mi mamá ironiza con el que uno de los hijos de esta señora enfermó gravemente de alguna enfermedad nutricional poco tiempo después de que su madre acuñara el término. He considerado la posibilidad de dejar de tomarla cantidad de veces, a la fecha, está burbujeando a mi lado.

Exceso: tensión arterial. En la escuela jugamos mucho a que sabemos lo que hacemos. Entre tantos ejercicios de medición de tensión arterial no recuerdo una sola ocasión en que esta haya estado dentro de los rangos normales.

Exceso: paranoia. Volteo hacia los dos lados antes de cruzar una calle. También hacia arriba y hacia abajo.

Exceso: distraído. Se ha documentado una cantidad bastante relevante de juicios respecto a mi falta de atención por las cosas que existen. Esta falta de atención está bastante mal equilibrada con mi yo paranoico, el cual siempre tiene completa mi atención.

Exceso: llorón. Soy relativamente fácil de ofender, irritar o lastimar; la hueva implacable asociada a este sentir me ha llevado a un aturdimiento emocional a varios niveles. Aún no estoy muy seguro si esto es novededad o me he sentido así desde siempre.

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