martes, junio 28, 2005

nuevo traje

Anamaria ha vuelto
sus entrañas de adentro afuera.
Anamaria ha recordado
que las cosas cambian de cómo uno las recuerda.
Anamaria ha visto
las flores espaciales en las ruinas de lo que ya no existe.
Anamaria ha vuelto sus ojos de las nubes
para poner los pies en suelos blandos.
Y entender, que las cosas cambian tanto
como sus entrañas de color
y es el traje azul que ahora trae puesto
el regocijo del corazón.

domingo, junio 05, 2005

quemadura química

Y me refiero, por supuesto, a la ansiedad, esa infame seguridad que algo va a pasar y cambiar todo o ya pasó y todo ya esta cambiado. Esa opresión que sube de la boca del estómago hasta la garganta en una sensación vomitiva permanente, sudor en las manos, nerviosismo paranoico, dolor de espalda, indiferencia al resto, alucinaciones sutiles, sangre en una costra sucia y demás.

Y no hablo de la ansiedad como una inquietud exacerbada. No, no, esto es algo más ácido, agudo, definido y desgarrante. Sal sobre carne viva, una almeja retorciéndose, un condenado observando como entra en su cuerpo el fluido que terminará por matarlo. Ansiedad es saber que la condena pende sobre tu cabeza y no hay nada que hacer al respecto.

Ansiedad, con uñas mordidas hasta la carne. Si bien estoy ansioso, ¿que es lo que va a pasar?: bolas de fuego nos aplastarán; mañana resulta que esa bolita es maligna; no, ellos en realidad no son tus padres; no, todo lo que estas haciendo es un error; si definitivamente no debiste de haber fumado tanto; ¡bingo! sos un adicto; ¿y que hay debajo de la cama?; se murió y no le dijiste.

Abundo, ansiedad es una promesa: lo pagarás.