domingo, abril 15, 2007

tabaquismo positivo

Hace alrededor de un año que me fumé mi primer cigarro, no esas fumaditas ridículas y a escondidas de secundaria, hablo de fumar como la gente: inhalar el veneno y abrirle tu ser para que penetre profundamente en tus entrañas para luego expulsarlo sintiendo como erosiona el trayecto de salida e infesta el mismo aire que respiran los niños y las flores.

También hace un año que soy un gorrón: mi vicio es sostenido por mis compinches de todos los días, uniendo las amistades que antes tuvieron como eslabones los tacos, pizzas y nieves con un halo de humo cancerígeno. Y es que soy un fumador inducido por peer pressure y mas que el gusto por la nicotina es el gusto por mis amigos el que me ha hecho un dependiente.

Pero es que del tabaco lo mas sabroso no es el hecho de estar inhalando humo y sentir como la ansiedad se desvanece; o la apariencia cool que el humo a tu alrededor y el desinterés por tu propia salud te otorgan; no, nada de eso, es algo mucho mas difícil de tocar y también muy característico del tabaco: la conversación tabáquica. El deslinde total de las apariencias sociales para volverte mucho mas sardónico, escueto, árido e impertinente es tus comentarios. La realidad es mucho mas fácil de racionalizar fumando.

Un año va que apesto a humo. Un año que como el carbón en mis pulmones, permanecerá conmigo para siempre, aunque partes de él, como el humo del cigarro, sencillamente se desvanecen en ese maldito aire puro.