jueves, septiembre 22, 2005

masticar un puñado de tierra

Comienza el otoño en un día igual de oscuro que de iluminado. Hojas secas pegadas en un chicle masticado.

Lunas redondotas y pesadillas agradables; oscuridades sonrientes y cartas escritas con sangre.

Aire en las tardes buscando alejarse de la compañía. Caminatas en el suelo agredido, inhalando sus derivados entre pensamientos olvidados.

Todos pierden la energía, todos se sienten tristes y portan la sonrisa macabra sin razón; quizás son los días oscuros o estos meses en que no nos late el corazón.

Juega con nosotros. La naturaleza nos jala los hilos mas fuerte. Tanto nos golpeamos contra todos los muebles y afloran moretones de golpes antiguos, indelebles.

Comienza el frío a rasparnos los pulmones, quemarnos la piel y volvernos llorones. Lo seguirá haciendo por un tiempo hasta que latan más los corazones.