jueves, julio 29, 2004

¡peligro!

Yo solo veía mis agujetas, comienza a agobiarme el olor a salsa de la semana pasada. Trato de despejarme, subo la cabeza recorriendo una serie de numeritos invertidos sobre el horizonte impresionista; aunque batallo para leerlos porque estoy teniendo problemas para mantenerme de pie en estas cosas plateadas, a duras penas puedo sostenerme con las manos entre las 4 paredes transparentes, arriba, el techo es negro con un gran cúpula hinchada de luz sobre mi cabeza – se siente la divinidad -.

No puedo evitar sentir algo de familiaridad con mi entorno, con lo que se respira, pero no puedo distinguirlo del todo.

Se abre la cúpula del techo, y yo extiendo mis brazos y levanto la mirada esperando recibir la redención; pero en vez de la redención, fui embarrado con un huevo, y mi bautismo no termina ahí, fui por poco aplastado por una taza de hielo, perfumado con dos cucharaditas de vainilla, polveado con 2 cucharadas copeteadas de chocomilk y abrumado por un plátano entero hecho rodajas, servicio completo.

Comienza la tortura, lentamente empiezo a naufragar en un mar de leche; los olores se vuelven cada vez mas insoportables, sobre todo la vainilla ¡arde la desgraciada!

Se cierra la cúpula, yo para entonces he tomado como salvavidas un cubo de hielo, que aunque me quema los cachetes, me evita ser absorbido por la realidad… súbitamente, esa tarea se vuelve algo mucho más difícil de cumplir. Un estruendo y todo gira, mi alrededor comienza a volverse cada vez homogéneo – un hilo rojo en el torbellino –, grito de dolor, pero el estruendo es demasiado fuerte y todo se esta combinando en un menjurge homogéneo. Incluso yo terminé siendo homogéneo.

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